Quería compartir una historia
refrescante, para comenzar este verano (si es que el tiempo lo permite, claro).
Como bien sabéis este blog lo dedico a la historia familiar de los Alvarado,
aunque tantas veces enriquecida con parientes más lejanos e incluso indirectos.
Este es uno de esos casos que nos ocupa.
He estado leyendo durante unos días
acerca de las aventuras hispánicas en Asia, en Filipinas y en China de manera
especial. Como tampoco quiero cansar con historia, aportaré al final algunas de
las lecturas que he utilizado y evitaré el excesivo rigor en la concreción de
los hechos contemporáneos, aunque sí dar algunas pinceladas para que nos
hagamos una idea. ¡Comenzamos!
¿Nadie tiene algún amigo chino? Bueno,
pues en mi caso conozco hace muchos años a Pedro y Yolanda, que regentan el Wok
Directo y el Campesino Andaluz de Huelva. Lo cierto es que les tenemos gran
cariño, siendo clientes desde hace unos treinta años de otros de sus
restaurantes, y hoy de un lugar muy recomendable para visitar y comer (y no hago
publicidad).
Pues bien, ¿y si te dijeran que tenías
un tío chino a finales del siglo XIX? Igual te caías de espalda, ¿no? Pues ese
es nuestro caso concreto, y si te digo que se llamaba Pepe, pues ya te mueres de
risa, porque tenemos esa costumbre de llamar Pepe a los extranjeros cuyos
nombres nos resultan raros o complicados. Os presento a Pepe el Cantonés.
Pues se trata de José Pérez Fernández,
cuyos nombre y apellidos no parecen ser muy orientales, pero creo tener algunas
explicaciones al respecto. No he encontrado documentación o bibliografía alguna
de chinos establecidos en Sevilla en esos años, pero creo que el tema merece la
pena de ser conocido.
En los empadronamientos de Sevilla de
1898, 1900 y 1902, figura el matrimonio con Ana Alvarado Cabello, nacida entre
1845 y 1852 (incongruencias en los documentos) y en Benacazón. Hija de Luis y
Francisca, cuya línea común se entronca desde nuestro ancestro Joseph Antonio
Alvarado de Bargas (1756). Ana vivía en Sevilla desde 1863. Aparecía
anteriormente en la cédula del censo de 1875, con una hija llamada Eloísa
Peralta Alvarado, niña de 5 años cuyos padres eran Ana y Francisco. Quizás se
trate de un primer matrimonio, del que enviudaría.
El hombre, o nuestro chino tío, había llegado a
Sevilla en 1872, hijo de José y Josefa (Concepción en otro documento), otros
nombres muy asiáticos, y nacido en 1852. Pues bien, esta exótica familia
procedía de Cantón (La China) y para más asombro el oficio que consta en los
registros es el de ¡cocinero!, algo atípico o menos visto en esta sociedad
familiar, en un ambiente de importantes
carencias. Lo que no sabemos es si cocinaba para una familia de abolengo o si
regentaban algún restaurante o venta en Sevilla.
Así, el matrimonio, cuya esposa era mayor que él
unos cinco años, vivía en la calle del Relator, 71 alto, perteneciente a la
parroquia de Santa Marina, en el barrio de la Macarena.
El comercio
con oriente.
Las travesías
oceánicas en las que España participaba con gran ahínco, surcaban una ruta de
gran importancia hacia Asia. La clave geográfica de este dominio de las flotas
hispánicas se producía por el control estratégico y político de extenso
territorio americano, que servían como puertos de destino o parada hasta Cádiz.
La ruta transpacífica unía Manila y Acapulco (luego México y Veracruz por vía
terrestre hasta la Flota de Indias que llegaba a Cádiz y Sevilla), ambas
pertenecientes a Nueva España.
De 1565 a 1815 entre 10.000 y 20.000
asiáticos cruzaron el Pacífico a bordo del galeón de Manila (Nao de China), uniendo
estas ciudades. Se produce un proceso de africanización de los asiáticos
novohispanos. Podría decirse que este fue el origen del primer sistema
económico realmente global. Los supervivientes de la expedición de Loaísa a las
Islas Molucas, llevaron esclavos “chinos” a México que luego transportaron a
Perú y Sevilla. Y aunque el principal comercio era la venta de textiles, la
cerámica y la especiería, también se enriquecía el tránsito con el tráfico de
esclavos, hasta su abolición en 1673. Y desde México a Filipinas, se exportaba
la valiosa plata. En concreto, la seda, el marfil, la porcelana, las lacas y
las madreperlas venían de Cantón y Amoy, en China.
El Galeón
viene a significar una línea regular de intercambios comerciales, culturales y
espirituales, que unió a México con Filipinas. Fue el primer gran ejemplo de
globalización e integración del comercio a escala mundial. No sólo era portador
de mercancías, sino que tuvo un gran impacto espiritual, social, económico y
cultural, influyendo en la arquitectura, el arte, la religión, las costumbres,
la gastronomía, etc. de los países a los que enlazaba. Cuando hablamos del
«Galeón de Manila» nos referimos a una ruta comercial más que un barco
propiamente dicho, pues como hemos visto, además de galeones, cubrieron dicha
ruta naos, pataches, navíos, fragatas e incluso una goleta.
La ruta de
Filipinas, Cantón y América
En una
segunda etapa, la vía austral conectaba directamente España y Filipinas.
Comenzó en 1776 con licencia a la Compañía de los Cinco Gremios Mayores de
Madrid, con la facultad de registrar géneros en las naves de la Armada
destinadas a Filipinas y, en el futuro, la de fletar sus propios barcos, así
como la de instalar dos factores en
Manila y Cantón.
En 1779
una nueva licencia fue autorizada para el comercio directo a la firma gaditana de
Uztáriz y San Ginés, para remitir caudales, frutos y otros géneros desde Cádiz
y a importar especias, sederías y telas de algodón desde Manila. Recibe
autorización para dirigirse a Cantón a adquirir productos chinos y después a
Acapulco para venderlos, rompiendo así el monopolio del Galeón.
La Real
Compañía de Filipinas de 1785, da continuidad de las estructuras del comercio
hispano-asiático de intercambiar plata por productos orientales. La compañía
podía navegar por la ruta del cabo de Hornos, con escala en Montevideo y El
Callao, con la fragata Nuestra Señora de los Placeres, o por la ruta del cabo
de Buena Esperanza, con escala en Isla de Francia y en Tranquebar pero, muy
particularmente, en Calcuta y en Cantón, antes de llegar a Manila, con las
fragatas Nuestra Señora de las Nieves
y El Aguila Imperial. Las sedas, cangas y rasos de Colores,
así como pequines y mantones procedían de Cantón.
La misma
Compañía abrió una factoría permanente en Cantón, junto a Manila, Calculta y Coromandel, sirviendo como
oficinas consignatarias para el común de barcos y para adquirir los productos chinos (te, sedas, porcelanas) destinados a Manila
así como a la hora de colocar en China los productos procedentes de Filipinas.
Cantón
prestará excelentes servicios a la relación directa entre Asia y América al
margen del Galeón de Manila, y con comercio directo entre Cantón y Cádiz, que
no llega a cuajar.
Estas
aventuras comerciales se extinguen a partir de la pérdida de las tierras de
Nueva España, zarpando el San José de Cádiz en 1816 por el cabo de Hornos hacia
El Callao, y después a Calcuta en 1818, desde donde realizaría travesía de ida
y vuelta a Cantón hasta finalizar en 1819.
Ningún
barco arribó a El Callao directamente desde Cantón, ni se atrevió a salir rumbo
a Cantón por temor a su apresamiento por los corsarios que patrullaban la región.
La guerra clausuró así una ruta aún antes de haberse activado.
El puerto
de Manila aparece, por tanto, a fines del siglo XVIII y principios del XIX como
un puerto comercial intercontinental. El tráfico es igualmente intenso con los
puertos asiáticos de China (Cantón y Macao). En conclusión, en el año 1820 el
sistema comercial español del Pacífico se había transformado profundamente y
había alcanzado su máximo nivel de desarrollo.
Los
comerciantes sevillanos, siempre descontentos, habían procurado desde 1610
impedir de manera absoluta toda comunicación mercantil entre la Nueva España y
las Filipinas, por la competencia que ello suponía. El monopolio andaluz de
Sevilla y Cádiz decayó, dando origen a numerosas y enconadas controversias, pleitos
y litigios entre los mercaderes acaparadores de las ciudades españolas y los de
México y Manila.
Las
restricciones más severas que se impusieron al comercio con las Filipinas son
las dictadas en 1604, 1702 y las de 1720. Todas ellas prohibían en lo absoluto,
en todo el Imperio español, los tejidos de China, prohibiciones que desviaron
el concurso y el comercio de las ricas telas producidas en China.
En los registros del 4
diciembre 1812 (Cortes) D. León Aldama recoge lo siguiente:
"De
Sevilla, en 2 días, tartana idem nuestra Señora de las Nieves, su patrón Manuel
Pérez, con tabaco y artillería fondearon ayer en bahía" como uno de los barcos que entraban en Sevilla venido de Oriente, y cuyo patrón podría tener alguna relación con nuestro José.
Consulados y
presencia española en China
Dos
factores son decisivos en la colonización de Asia: la independencia de los
Estados Unidos y su rápido engrandecimiento; y por otro, la reactiva política
imperialista británica, a lo que se sumarán diversos países europeos en pugna para
conseguir extender su influencia por todo el mundo. Aunque las potencias
internacionales actuaron sobre China, y sobre todo el continente asiático, España
no actuó de forma dominante en China, ya que aunque firmó varios tratados
desiguales, no se aprovechó de las ventajas que ellos encerraban, lo cual
constituye una auténtica excepción.
A
diferencia de otros países, España gozaba plenamente de las prerrogativas de
extraterritorialidad. Y así, hasta incluso el año 1934 existían en territorio
chino las siguientes concesiones y «settlement»:
Cantón
(concesión francesa)
Se
Constituyó en 1859 una quinta parte del territorio cedido, administrada por un
Consejo. Desde 1842 Cantón fue puerto abierto al comercio, pero los
comerciantes extranjeros, a semejanza de las viejas factorías anteriores a
dicha época, tenían que residir en lugares malsanos situados en los peores barrios
chinos, hasta 1859 que se creó la nueva residencia.
El total
de población europea ascendía a 250 personas. En la concesión inglesa, cinco
veces mayor en extensión, el número de extranjeros era de 608.
Pekín, en el Barrio de las Legaciones, el decanato era ostentado por el embajador
español en China bajo quién se gobernaba dicho territorio.
Las
relaciones oficiales entre España y China se remontan al año 1864, cuando surge
el primer Tratado.
El número de
españoles registrados en China, como residentes en este país, en el año 1927 ascendía
a 605. De éstos, 255 figuraban que nacieron en España y 350 fuera de ella.
De entre la reducida relación de Sociedades Mercantiles y Empresas Económicas
Españolas (Comerciales) nos encontramos al Restaurante
Sevilla. Regentado por dos pelotaris vascos, inaugurado en Shanghái en
1930. Se desconoce si había un origen previo en el área.
“Anuncio del restaurante Sevilla,” Archivo China
España, 1800-1950, consulta 7 de julio de 2018, http://ace.uoc.edu/items/show/371.
Desde
mediados del siglo XVI, cuando los portugueses se establecieron en el puerto de
Macao cerca de Cantón, tanto los religiosos portugueses como los españoles
residentes en Manila intentaron varias veces introducirse en China.
Los
viceconsulados honorarios se encontraban en Cantón, Tientsin y Emoy, en los que
actuban como cónsules al servicio de España, los de Francia y Bélgica.
Las guerras del opio.
El conflicto entre China y Gran Bretaña entre 1839 y
1842, procedía sobre todo de la introducción en China del opio cultivado en la
India. En la balanza de pagos entre las dos naciones, el té chino superaba al
opio, fuente de grandes ingresos.
Los chinos,
conscientes del daño para la salud de su pueblo y que suponía una relajación de
las voluntades y el sometimiento, prohibieron entonces el consumo del opio y
ello, en cambio, desencadenó una batalla naval en 1841. La perdedora China, no
tuvo más remedio que firmar el Tratado de Nanking
para el libre comercio, opio incluido, en los que de sus cinco puertos el más
importante era Cantón, además de ceder Hong Kong durante 150 años. España
sostenía una posición en contra de este contrabando, más que comercio, y desde
Filipinas trataba de apoyar el bloqueo de este tránsito, con escasas fuerzas.
Por lo
tanto, los orígenes de la extraterritorialidad en China se encuentran en pleno
siglo XIX, inmediatamente después de la primera Guerra del Opio, es decir, en
la época en la que China fue obligada por las potencias extranjeras a abrir sus
puertos y costas al comercio, viéndose forzada, a continuación, a aceptar
privilegios de extraterritorialidad en favor de súbditos extranjeros, a
soportar la creación de tribunales o cortes mixtas para la resolución de los
conflictos que pudieran plantearse entre chinos y súbditos de otras potencias,
y a permitir la existencia de contingentes militares extranjeros bajo el
pretexto de defender a las personas y los intereses de las potencias
establecidas en China.
A raíz de
la guerra de 1842, nació la «International
Settlement», y en su Tratado se estableció que el Gobierno Chino concedería
terrenos con casas anejas a los mismos a los súbditos ingleses y a sus familias
en las ciudades de Cantón, Amoy, Fo-Chow,
Ning-Po y Shanghai.
Estos acontecimientos fueron minando y empobreciendo
al pueblo Chino, que fue desarrollando una mentalidad de rebelión contra el
ocupante, hasta que logra su independencia con el apoyo de Rusia y bajo bandera
comunista.
Así, los
sucesos más importantes para España recogían la situación de inestabilidad en
el Barrio de las Legaciones de Pekín; la declaración de guerra entre gobiernos
locales, en 1927; la ocupación de Cantón por la Unión de Obreros y Campesinos; y
la conclusión del tratado chino-americano de 1928; noticias sobre la campaña
comunista y sobre el acuerdo entre los gobiernos de Nankín y Cantón para luchar
contra el invasor japonés asentado en la provincia china de Manchuria.
Conclusión.
En el origen del contexto citado, nacería José Pérez Fernández, chino de
nacimiento pero no sabemos si con nuevo nombre de bautizado, y si sus ancestros
eran orientales o no. Podríamos suponer que sus padres o abuelos vinieron a
estas tierras con motivo de desarrollar un negocio y prestar sus servicios a
las naciones ocupantes de China, o que dieron el salto desde Filipinas. Quizás lo hicieron en la fragata Nuestra Señora de las Nieves, patrona de muchos pueblos canarios pero también de Benacazón.
En conclusión, la familia Alvarado es una buena excusa para observar los
fenómenos históricos y geográficos que tienen significación en nuestros
tiempos, en el origen de la globalización y del comercio internacional, en la
mezcolanza de las culturas y el respeto a las mismas, siendo parte de ellas
mismas como de un todo, donde el pasado se torna presente.
España, Provincia de Sevilla, registros municipales,
1293-1966, database with images, FamilySearch (https://familysearch.org/ark:/61903/1:1:KNXC-SXR:
12 March 2018), Ana Alvarado Cabello, 1902; citing Municipal Census, Sevilla,Sevilla,
Spain, archivos municipales, Sevilla (municipal archives, Sevilla); FHL
microfilm 4,811,154.
Los “chinos” de Nueva España: Migración
asiática en el México colonial Rubén Carrillo Martín. Universitat Oberta de Catalunya.
El Galeón de Manila y la Economía filipina
(1565-1815). Carlos Martínez Shaw
El Galeón de Manila. Mariano Juan Ferragut. Capitán de
Navío (R)
La Nao de la China. Manuel
Carrera Stampa
Don León Aldama. Núm. 1° El
procurador general de la Nación y del Rey. 1812.
Relaciones
entre España y China desde 1927 hasta 1937. Mercedes Ojeda Álvarez.