sábado, 7 de julio de 2018

El Galeón de Manila


Quería compartir una historia refrescante, para comenzar este verano (si es que el tiempo lo permite, claro). Como bien sabéis este blog lo dedico a la historia familiar de los Alvarado, aunque tantas veces enriquecida con parientes más lejanos e incluso indirectos. Este es uno de esos casos que nos ocupa.

He estado leyendo durante unos días acerca de las aventuras hispánicas en Asia, en Filipinas y en China de manera especial. Como tampoco quiero cansar con historia, aportaré al final algunas de las lecturas que he utilizado y evitaré el excesivo rigor en la concreción de los hechos contemporáneos, aunque sí dar algunas pinceladas para que nos hagamos una idea. ¡Comenzamos!

¿Nadie tiene algún amigo chino? Bueno, pues en mi caso conozco hace muchos años a Pedro y Yolanda, que regentan el Wok Directo y el Campesino Andaluz de Huelva. Lo cierto es que les tenemos gran cariño, siendo clientes desde hace unos treinta años de otros de sus restaurantes, y hoy de un lugar muy recomendable para visitar y comer (y no hago publicidad).

Pues bien, ¿y si te dijeran que tenías un tío chino a finales del siglo XIX? Igual te caías de espalda, ¿no? Pues ese es nuestro caso concreto, y si te digo que se llamaba Pepe, pues ya te mueres de risa, porque tenemos esa costumbre de llamar Pepe a los extranjeros cuyos nombres nos resultan raros o complicados. Os presento a Pepe el Cantonés.

Pues se trata de José Pérez Fernández, cuyos nombre y apellidos no parecen ser muy orientales, pero creo tener algunas explicaciones al respecto. No he encontrado documentación o bibliografía alguna de chinos establecidos en Sevilla en esos años, pero creo que el tema merece la pena de ser conocido.

En los empadronamientos de Sevilla de 1898, 1900 y 1902, figura el matrimonio con Ana Alvarado Cabello, nacida entre 1845 y 1852 (incongruencias en los documentos) y en Benacazón. Hija de Luis y Francisca, cuya línea común se entronca desde nuestro ancestro Joseph Antonio Alvarado de Bargas (1756). Ana vivía en Sevilla desde 1863. Aparecía anteriormente en la cédula del censo de 1875, con una hija llamada Eloísa Peralta Alvarado, niña de 5 años cuyos padres eran Ana y Francisco. Quizás se trate de un primer matrimonio, del que enviudaría.

 


El hombre, o nuestro chino tío, había llegado a Sevilla en 1872, hijo de José y Josefa (Concepción en otro documento), otros nombres muy asiáticos, y nacido en 1852. Pues bien, esta exótica familia procedía de Cantón (La China) y para más asombro el oficio que consta en los registros es el de ¡cocinero!, algo atípico o menos visto en esta sociedad familiar, en un ambiente de  importantes carencias. Lo que no sabemos es si cocinaba para una familia de abolengo o si regentaban algún restaurante o venta en Sevilla.

Así, el matrimonio, cuya esposa era mayor que él unos cinco años, vivía en la calle del Relator, 71 alto, perteneciente a la parroquia de Santa Marina, en el barrio de la Macarena.

El comercio con oriente.
Las travesías oceánicas en las que España participaba con gran ahínco, surcaban una ruta de gran importancia hacia Asia. La clave geográfica de este dominio de las flotas hispánicas se producía por el control estratégico y político de extenso territorio americano, que servían como puertos de destino o parada hasta Cádiz. La ruta transpacífica unía Manila y Acapulco (luego México y Veracruz por vía terrestre hasta la Flota de Indias que llegaba a Cádiz y Sevilla), ambas pertenecientes a Nueva España. 

De 1565 a 1815 entre 10.000 y 20.000 asiáticos cruzaron el Pacífico a bordo del galeón de Manila (Nao de China), uniendo estas ciudades. Se produce un proceso de africanización de los asiáticos novohispanos. Podría decirse que este fue el origen del primer sistema económico realmente global. Los supervivientes de la expedición de Loaísa a las Islas Molucas, llevaron esclavos “chinos” a México que luego transportaron a Perú y Sevilla. Y aunque el principal comercio era la venta de textiles, la cerámica y la especiería, también se enriquecía el tránsito con el tráfico de esclavos, hasta su abolición en 1673. Y desde México a Filipinas, se exportaba la valiosa plata. En concreto, la seda, el marfil, la porcelana, las lacas y las madreperlas venían de Cantón y Amoy, en China.


El Galeón viene a significar una línea regular de intercambios comerciales, culturales y espirituales, que unió a México con Filipinas. Fue el primer gran ejemplo de globalización e integración del comercio a escala mundial. No sólo era portador de mercancías, sino que tuvo un gran impacto espiritual, social, económico y cultural, influyendo en la arquitectura, el arte, la religión, las costumbres, la gastronomía, etc. de los países a los que enlazaba. Cuando hablamos del «Galeón de Manila» nos referimos a una ruta comercial más que un barco propiamente dicho, pues como hemos visto, además de galeones, cubrieron dicha ruta naos, pataches, navíos, fragatas e incluso una goleta.


La ruta de Filipinas, Cantón y América
En una segunda etapa, la vía austral conectaba directamente España y Filipinas. Comenzó en 1776 con licencia a la Compañía de los Cinco Gremios Mayores de Madrid, con la facultad de registrar géneros en las naves de la Armada destinadas a Filipinas y, en el futuro, la de fletar sus propios barcos, así como la de instalar dos factores en Manila y Cantón.

En 1779 una nueva licencia fue autorizada para el comercio directo a la firma gaditana de Uztáriz y San Ginés, para remitir caudales, frutos y otros géneros desde Cádiz y a importar especias, sederías y telas de algodón desde Manila. Recibe autorización para dirigirse a Cantón a adquirir productos chinos y después a Acapulco para venderlos, rompiendo así el monopolio del Galeón.

La Real Compañía de Filipinas de 1785, da continuidad de las estructuras del comercio hispano-asiático de intercambiar plata por productos orientales. La compañía podía navegar por la ruta del cabo de Hornos, con escala en Montevideo y El Callao, con la fragata Nuestra Señora de los Placeres, o por la ruta del cabo de Buena Esperanza, con escala en Isla de Francia y en Tranquebar pero, muy particularmente, en Calcuta y en Cantón, antes de llegar a Manila, con las fragatas Nuestra Señora de las Nieves y El Aguila Imperial. Las sedas, cangas y rasos de Colores, así como pequines y mantones procedían de Cantón.


La misma Compañía abrió una factoría permanente en Cantón, junto a Manila,  Calculta y Coromandel, sirviendo como oficinas consignatarias para el común de barcos y para adquirir los productos chinos (te, sedas, porcelanas) destinados a Manila así como a la hora de colocar en China los productos procedentes de Filipinas.

Cantón prestará excelentes servicios a la relación directa entre Asia y América al margen del Galeón de Manila, y con comercio directo entre Cantón y Cádiz, que no llega a cuajar. 

Estas aventuras comerciales se extinguen a partir de la pérdida de las tierras de Nueva España, zarpando el San José de Cádiz en 1816 por el cabo de Hornos hacia El Callao, y después a Calcuta en 1818, desde donde realizaría travesía de ida y vuelta a Cantón hasta finalizar en 1819.

Ningún barco arribó a El Callao directamente desde Cantón, ni se atrevió a salir rumbo a Cantón por temor a su apresamiento por los corsarios que patrullaban la región. La guerra clausuró así una ruta aún antes de haberse activado.

El puerto de Manila aparece, por tanto, a fines del siglo XVIII y principios del XIX como un puerto comercial intercontinental. El tráfico es igualmente intenso con los puertos asiáticos de China (Cantón y Macao). En conclusión, en el año 1820 el sistema comercial español del Pacífico se había transformado profundamente y había alcanzado su máximo nivel de desarrollo.

Los comerciantes sevillanos, siempre descontentos, habían procurado desde 1610 impedir de manera absoluta toda comunicación mercantil entre la Nueva España y las Filipinas, por la competencia que ello suponía. El monopolio andaluz de Sevilla y Cádiz decayó, dando origen a numerosas y enconadas controversias, pleitos y litigios entre los mercaderes acaparadores de las ciudades españolas y los de México y Manila.

Las restricciones más severas que se impusieron al comercio con las Filipinas son las dictadas en 1604, 1702 y las de 1720. Todas ellas prohibían en lo absoluto, en todo el Imperio español, los tejidos de China, prohibiciones que desviaron el concurso y el comercio de las ricas telas producidas en China.

En los registros del 4 diciembre 1812 (Cortes) D. León Aldama recoge lo siguiente:
"De Sevilla, en 2 días, tartana idem nuestra Señora de las Nieves, su patrón Manuel Pérez, con tabaco y artillería fondearon ayer en bahía" como uno de los barcos que entraban en Sevilla venido de Oriente, y cuyo patrón podría tener alguna relación con nuestro José.

Consulados y presencia española en China
Dos factores son decisivos en la colonización de Asia: la independencia de los Estados Unidos y su rápido engrandecimiento; y por otro, la reactiva política imperialista británica, a lo que se sumarán diversos países europeos en pugna para conseguir extender su influencia por todo el mundo. Aunque las potencias internacionales actuaron sobre China, y sobre todo el continente asiático, España no actuó de forma dominante en China, ya que aunque firmó varios tratados desiguales, no se aprovechó de las ventajas que ellos encerraban, lo cual constituye una auténtica excepción.




A diferencia de otros países, España gozaba plenamente de las prerrogativas de extraterritorialidad. Y así, hasta incluso el año 1934 existían en territorio chino las siguientes concesiones y «settlement»:

Cantón (concesión francesa)
Se Constituyó en 1859 una quinta parte del territorio cedido, administrada por un Consejo. Desde 1842 Cantón fue puerto abierto al comercio, pero los comerciantes extranjeros, a semejanza de las viejas factorías anteriores a dicha época, tenían que residir en lugares malsanos situados en los peores barrios chinos, hasta 1859 que se creó la nueva residencia.
El total de población europea ascendía a 250 personas. En la concesión inglesa, cinco veces mayor en extensión, el número de extranjeros  era de 608.

Pekín, en el Barrio de las Legaciones, el decanato era ostentado por el embajador español en China bajo quién se gobernaba dicho territorio.

Las relaciones oficiales entre España y China se remontan al año 1864, cuando surge el primer Tratado.

El número de españoles registrados en China, como residentes en este país, en el año 1927 ascendía a 605. De éstos, 255 figuraban que nacieron en España y 350 fuera de ella.

De entre la reducida relación de Sociedades Mercantiles y Empresas Económicas Españolas (Comerciales) nos encontramos al Restaurante Sevilla. Regentado por dos pelotaris vascos, inaugurado en Shanghái en 1930. Se desconoce si había un origen previo en el área.

“Anuncio del restaurante Sevilla,” Archivo China España, 1800-1950, consulta 7 de julio de 2018, http://ace.uoc.edu/items/show/371.

Desde mediados del siglo XVI, cuando los portugueses se establecieron en el puerto de Macao cerca de Cantón, tanto los religiosos portugueses como los españoles residentes en Manila intentaron varias veces introducirse en China.
Los viceconsulados honorarios se encontraban en Cantón, Tientsin y Emoy, en los que actuban como cónsules al servicio de España, los de Francia y Bélgica.


Las guerras del opio.
El conflicto entre China y Gran Bretaña entre 1839 y 1842, procedía sobre todo de la introducción en China del opio cultivado en la India. En la balanza de pagos entre las dos naciones, el té chino superaba al opio, fuente de grandes ingresos.
Los chinos, conscientes del daño para la salud de su pueblo y que suponía una relajación de las voluntades y el sometimiento, prohibieron entonces el consumo del opio y ello, en cambio, desencadenó una batalla naval en 1841. La perdedora China, no tuvo más remedio que firmar el Tratado de Nanking para el libre comercio, opio incluido, en los que de sus cinco puertos el más importante era Cantón, además de ceder Hong Kong durante 150 años. España sostenía una posición en contra de este contrabando, más que comercio, y desde Filipinas trataba de apoyar el bloqueo de este tránsito, con escasas fuerzas.




Por lo tanto, los orígenes de la extraterritorialidad en China se encuentran en pleno siglo XIX, inmediatamente después de la primera Guerra del Opio, es decir, en la época en la que China fue obligada por las potencias extranjeras a abrir sus puertos y costas al comercio, viéndose forzada, a continuación, a aceptar privilegios de extraterritorialidad en favor de súbditos extranjeros, a soportar la creación de tribunales o cortes mixtas para la resolución de los conflictos que pudieran plantearse entre chinos y súbditos de otras potencias, y a permitir la existencia de contingentes militares extranjeros bajo el pretexto de defender a las personas y los intereses de las potencias establecidas en China.

A raíz de la guerra de 1842, nació la «International Settlement», y en su Tratado se estableció que el Gobierno Chino concedería terrenos con casas anejas a los mismos a los súbditos ingleses y a sus familias en las ciudades de Cantón, Amoy, Fo-Chow, Ning-Po y Shanghai.

Estos acontecimientos fueron minando y empobreciendo al pueblo Chino, que fue desarrollando una mentalidad de rebelión contra el ocupante, hasta que logra su independencia con el apoyo de Rusia y bajo bandera comunista.
Así, los sucesos más importantes para España recogían la situación de inestabilidad en el Barrio de las Legaciones de Pekín; la declaración de guerra entre gobiernos locales, en 1927; la ocupación de Cantón por la Unión de Obreros y Campesinos; y la conclusión del tratado chino-americano de 1928; noticias sobre la campaña comunista y sobre el acuerdo entre los gobiernos de Nankín y Cantón para luchar contra el invasor japonés asentado en la provincia china de Manchuria.

Conclusión.
En el origen del contexto citado, nacería José Pérez Fernández, chino de nacimiento pero no sabemos si con nuevo nombre de bautizado, y si sus ancestros eran orientales o no. Podríamos suponer que sus padres o abuelos vinieron a estas tierras con motivo de desarrollar un negocio y prestar sus servicios a las naciones ocupantes de China, o que dieron el salto desde Filipinas. Quizás lo hicieron en la fragata Nuestra Señora de las Nieves, patrona de muchos pueblos canarios pero también de Benacazón.

En conclusión, la familia Alvarado es una buena excusa para observar los fenómenos históricos y geográficos que tienen significación en nuestros tiempos, en el origen de la globalización y del comercio internacional, en la mezcolanza de las culturas y el respeto a las mismas, siendo parte de ellas mismas como de un todo, donde el pasado se torna presente.



Reseñas bibliográficas y documentales:

España, Provincia de Sevilla, registros municipales, 1293-1966, database with images, FamilySearch (https://familysearch.org/ark:/61903/1:1:KNXC-SXR: 12 March 2018), Ana Alvarado Cabello, 1902; citing Municipal Census, Sevilla,Sevilla, Spain, archivos municipales, Sevilla (municipal archives, Sevilla); FHL microfilm 4,811,154.

Los “chinos” de Nueva España: Migración asiática en el México colonial Rubén Carrillo Martín. Universitat Oberta de Catalunya.

El Galeón de Manila y la Economía filipina (1565-1815). Carlos Martínez Shaw

El Galeón de Manila. Mariano Juan Ferragut. Capitán de Navío (R)

La Nao de la China. Manuel Carrera Stampa

Don León Aldama. Núm. 1°  El procurador general de la Nación y del Rey. 1812.

Relaciones entre España y China desde 1927 hasta 1937. Mercedes Ojeda Álvarez.