martes, 28 de julio de 2015

La prima Merchi

Merchi me ha enviado algunas fotos y yo, con su visto bueno, me he tomado la libertad de hacer un breve recorrido que intenta aproximarse a la historia de esta querida prima, afincada en Sevilla, e interpretando gestos y detalles de las fotos. Espero que os guste.


Su madre, la hija mayor de los Alvarado Fernández (tita Concha). Y conoce a Manuel Báez, y lo espera pacientemente, con la ilusión de una novia que quiere formar un día su propia familia. En esos años el servicio militar se prolongaba hasta los dos y tres años


Y pocos años después, llega el día tan deseado y se celebra el matrimonio. La costumbre llevaba a las mujeres a vestirse, casi siempre, de color negro, con un elegante traje. Con un rostro serio, pero lleno de afabilidad, porta el ramillete de flores. En mi opinión, tiene gran parecido a su madre, Carmen, con una cara dibujada y el pelo ondulado, bien parece una estrella del cine.


Tita Carmela toma en brazos a Merchi e inmortaliza este momento, donde la chiquitina tendría un año y su tita todavía con el sueño de ser madre. En este caso, me parece que Carmela tiene mayor parecido a su padre, Manuel. Otra mujer de glamur en la familia, de la que alguno quería tener fotos de su juventud; pues ahí la tenéis. 


Seguramente, encontraremos a algunos de nuestros hijos (más en hijas, en esta ocasión) en las que se refleja la impronta de la genética en el transcurso del tiempo. Cuando se pasa de la juventud a la adultez, en el hecho de ir  cumpliendo años, el pelo más que suelto iba quedándose recogido; era la moda y la propia comodidad. Aquí tenemos dos modelos de peinado, dos hermanas , dos estilos de mujer, en el mensaje de sus ojos y los detalles del tipo de ropa. Una lleva cubanas y, la otra, aros en sus discretos lóbulos. Y, en medio, una niña también con el número dos, pero en años y que, de una u otra forma, iba pasando de su madre (que ya estaba enferma y la acompañaría poco tiempo más) hacia su tía, sus abuelos y sus atareados titos de confitería. Es posible que, con el abrigo que llevaba Merchi, estuvieran pasando unos días de frío importante o ponía de manifiesto la nevada de Huelva del año 1954…lo cierto es que elegante y cuidada estaba la primogénita de Concha.


Con el abuelo en una tarde de invierno en la calle San Sebastián cuando contaba con seis años. De paseo o de recogerla del Colegio Santo Ángel; no lo sé, pero lo cierto es que papá Manuel, si poco pudo ejercer de padre por su atareada y agitada vida, en sus últimos años parece aceptar el sitio que le da la vida, y no era nada malo: sus hijos todos ya trabajando y la pequeña hija de su hija y suya propia, aprendiendo a vivir sin madre. Él, con boina marinera, bolígrafo y lupa en el bolsillo y la apesadumbrada banda negra en el brazo por su hija mayor. Su cara es el espejo del futuro rostro de sus hijos, cuando sean mayores, e incluso de los que somos sus nietos, poco a poco tornándose en redondeada y con muchas canas.
Merchi  tenía aquí seis años, y su cara refleja el rostro que más conocemos de ella, inconfundible, de tez morena y, aunque ahora seria y cabizbaja, incluso ojerosa, parece que está a punto de romper a sonreir, por la curiosidad de este momento, y observando atentamente las maniobras del fotógrafo. 



La abuela (¡uy, perdón!, que no le gustaba ese apelativo) mamá Carmen, marca ese rostro serio y sereno, de ojos y mirada profundos, de pelo liso y recogido –canoso ya, sin ocultarlo-, que mostraba ya la experiencia de sinsabores y alegrías, de trabajo fatigoso, pero de hijos que continuaban el legado de un negocio y un oficio. Satisfecha y calmada, con mente poeta, memoria de los números y adivina de las horas.
inconfundible, de tez morena y, aunque ahora seria y cabizbaja, incluso ojerosa, parece que está a punto de romper a sonreir, por la curiosidad de este momento, y observando atentamente las maniobras del fotógrafo. A pesar de su manifiesta y justificada timidez, su infantil mente piensa que un día, a buen seguro, será feliz. levaba Merchi, estuvieran pasando unos días de frío importante o ponía de manifiesto la nevada de Huelva del año 1954…lo cierto es que elegante y cuidada estaba la primogénita de Concha.




Años después, va cambiando el rostro de Merchi, es más feliz, activa y trabajando, despachando y ayudando en el despacho de calle Bocas. A su lado, su prima más pequeña, MariCarmen; de dos madres tan unidas, dos hijas únicas tan hermanas. De genios diferentes pero algo calladas, aunque ya Merchi despega hacia nuevos sueños de alegría, de familia, de bienestar.


Con una moderna pesa romana en el despacho, mamá Carmen se deja ver algunas veces. La dependienta de turno era Reyes, quién la mira y sonríe aunque siente que la propietaria le podrá poner alguna pega, hacer algún reproche. Los hornazos curvados del peso, en el centro de los mostradores, junto a las tortas, los pitisú, las milhojas y todas las especialidades de la casa. Para gustos, colores; así tenemos las repisas del fondo, cargadas de bombones y chocolates, botellas de licor para dar una copichuela a los clientes o incluso para vender algo especial, con christmas navideños e incluso me parece distinguir a los reyes magos sobre sus camellos.  Seguramente es una estampa navideña del despacho principal de la Calle Méndez Núñez.


Con su rostro dulce y sereno está en medio del jardín del patio de luz de la calle Gravina, y a sus catorce años contemplaba cómo su tita Mari tiene en brazos a su regalo de Reyes, ¡la muñeca que tomaba biberón y hacía pipí! (eso pidió para el 6 de enero). Esa mirada, que apunta los ojos hacia debajo, y con una sonrisa tierna, me parece de gran belleza. Mi madre, muy joven y guapa también, aunque acababa de salir de y convalecía de su operación. La abuela con su brazo sobre Merchi y observando la estampa. Yo no sé qué estarían sintiendo en aquél lugar y aquél momento, pero el rostro es de la alegría que rompe en llanto y termina en recuerdo imborrable de un momento celestial, con el alivio de haber escapado de la muerte.


Y en esos mismos días, con las mojas del Hospital en la Punta del Sebo, a los piés del monumento de Colón (la Fé descubridora). Antes de instalarse las fábricas, en ese lugar había unos estupendos miradores, que hoy parecen recuperarse. Mamá Carmen cuando se ha sentido querida, lo ha dado todo, tremendamente sensible a los afectos que consideraba verdaderos y cautelosa de los intereses que otros pudieran tener. Aquí seguía acompañando a mi madre, convaleciente todavía del riñón.
tomaba biberón y hacía pipí! (eso pidió para el 6 de enero). Esa mirada, que apunta los ojos hacia debajo, y con una sonrisa tierna, me parece de gran belleza. Mi madre, muy joven y guapa también, aunque acababa de salir de y convalecía de su operación. La abuela con su brazo sobre Merchi y observando la estampa. Yo no sé qué estarían sintiendo en aquél lugar y aquél momento, pero el rostro es de la alegría que rompe en llanto y termina en recuerdo imborrable de un momento celestial, con el alivio de haber escapado de la muerte.


viernes, 3 de julio de 2015

La industria Alvarado (3): 1958-1962 Nueva etapa en "La palma de oro"

En 1955 se concede la primera "palma de oro" en el Festival de cine de Cannes, por la película Marty. Anteriormente, se había denominado el premio el "Grand prix", al que volvió de 1964 a 1974. ¿Tendría alguna relación el nombre comercial elegido por el abuelo? ¿Sería, en otro caso, un símbolo distintivo de Sevilla, de la semana santa, de alguna hermandad? Hay que tener en cuenta que el abuelo Manuel no era muy religioso pero parece que era hermano de Jesús del Gran Poder, como sevillano. En último lugar, ¿tendría que ver su estancia previa a llegar a Huelva en La Palma del Condado?. Bueno, este enigma es posible que alguno sepa resolverlo, y como tal, se puede plantear en facebook o en este mismo blog.

Con esta entrada, doy por cerrado este tema de la Industria Alvarado, sabiendo que hay algunos lapsos intermedios de los que no tengo ninguna documentación, y hay poco o nada en el Archivo Histórico.


En Enero de 1958, tiene lugar el fallecimiento de nuestro abuelo Manuel, motivado por asma bronquial con enfisema pulmonar crónico. Hay que tener en cuenta varios factores decisivos: el trabajo con la harina y elementos purulentos de confitería, con temperaturas altas. En segundo lugar, los años que pasó en la cárcel y, en tercer lugar, su hábito de fumar (dice mi padre que murió haciendo el gesto de llevarse un cigarrillo a la boca). Yo estoy convencido que esta vida no es definitiva, y que es un puro aprendizaje, tanto de las virtudes como de los defectos de las personas, sabiendo que el ser humano es limitado, por una parte, y lleno de riquezas humanas (sociales y espirituales) por otra parte. Yo creo que podemos aprender de un hombre emprendedor, ideólogo, trabajador, y también que valoraba mucho la diversión de la vida. Cariñoso y duro, a la vez; padre, esposo y tuno a la par. Esos son los rasgos que he intuido de Manuel de la Santísima Trinidad (que así lo bautizaron en Santa Ana).

               

En 1953 ya había creado su propio negocio Manuel Alvarado Fernández, abriendo en la Calle Amado de Lázaro. Pero es en mayo de 1958 cuando se comienza otra nueva etapa de expansión, solicitando la ampliación del negocio. Hay que tener en cuenta que los hermanos mayores iban teniendo ya a sus hijos, y que era preciso ampliar las posibilidades de esta industria, para poder vivir de ella cuantos más, mejor. Se ampliaron las máquinas, una laminadora y otra amasadora.


Y hasta noviembre de 1959, no se puede materializar definitivamente el dominio del negocio a mamá Carmen, heredera del mismo. Aquí figuran los coherederos del abuelo, sus hijos y nieta, que estarían a lo dispuesto por la abuela respecto de las decisiones a tomar en adelante. Volvía a tomar las riendas de la confitería con la ayuda de sus hijos. 


Y este último detalle es la prolongación de la actividad, conforme a una declaración a Industria de 1962, en la que podemos observar el recorrido regular del negocio, pudiéndose valorar consumos de materia prima, de electricidad y de maquinaria utilizada.

martes, 30 de junio de 2015

La Industria Alvarado (2): 1951-1955 Consolidación y estrategia de empresa

Aunque esta parte del blog es muy formal, pasaré a mostrar en este segundo capítulo el proceso de la creación de la industria Alvarado. En estos años podemos observar que una toma de decisión oportuna, la creación de alianzas con otras empresas y llegar a absorberlas, son algunos de los medios para posicionarse en el mercado, teniendo en cuenta las restricciones de esta época. Pasemos a ver algunos detalles:

                   

Aparece Carmen Gallego Fernández, que tenía su negocio de confitería en Avenida Cristóbal Colón 134, muy cerca del domicilio de la familia Alvarado. Tengo indicios de que Carmen era posiblemente prima de mamá Carmen. El caso es que, como tenía el negocio declarado antes de 1937, tenía derecho de ser aprovisionada de harina y de azúcar en función de su producción. En los anteriores documentos se pone en relieve ese hecho, autorizando la reserva de abastecimiento solicitada. El caso es que se encuentra en el mismo expediente de la confitería Alvarado, lo que nos hace pensar que se solicitaban estas cantidades para sumarlas a las que comenzaban a recibirse por parte de nuestra familia.



Y, efectivamente, llega la compra oficial del la confitería de Carmen Gallego, el 8 de junio de 1953, cuando ya el abuelo estaba libre y podía llevar directamente el negocio. Se produce entonces el cambio de dominio de la industria vecina del mismo gremio y oficio.


Después llega la primera Declaración de Industria que encontramos en los archivos históricos, pero ya en la Calle Méndez Núñez, 26. Se refiere al año 1954 y es declarada en fecha 9 de mayo de 1955. Aquí figuran ya cantidades importantes y acumuladas de harina y azúcar, y los tiempos iban ya cambiando. Se añaden margarina y manteca. Se exponen los kilos y precios de materia prima y de los productos ya elaborados. Y por último, el inventario de las máquinas que elaboraban los productos que se declaraban. 

Documentación cedida por el Archivo Histórico Provincial de Huelva.

domingo, 28 de junio de 2015

La Industria Alvarado (1): 1937-1942, los durísimos comienzos

Casa Calle Alfarería, 63 de Triana, donde nació Manuel Alvarado Real de Rivera


Aunque nuestros abuelos ya llevaban unos años en Huelva, el curso de la historia de esta familia y de su afán emprendedor, se ve troncado por los acontecimientos de la Guerra Civil española.

Así, en sumario nº 743 de 1937, aparece la sentencia que condenaba a nuestro abuelo Manuel a la cárcel, motivado por su participación activa como colaborador del Frente Popular, con la denominación de Auxilio a la Rebelión. Decía así:

"Que en esta capital los elementos marxistas en 18 de julio de 1936...se alzaron en armas y cometieron multitud de crímenes, robos y desmanes"
y continúa detallando:

"...armado de escopeta...fueron con otros escopeteros a un finca situada en Peguerillas en la que se apoderaron de seis borregos que luego fueron conducidos a la Casa del Pueblo"

El fallo es el siguiente:

"Que debemos condenar y condenamos a la pena de doce años y un día de reclusión a los procesados...con circunstancias de atenuación....a penas de privación de libertad y a la responsabilidad civil que se fije en el periodo de ejecución"

Una copia del documento original es solicitada por nuestro abuelo el 9 de marzo de 1940, imaginando que sería para estudiar una posible reducción de pena. Lo que sí es cierto es que se libró de ser fusilado, cuando otras muchas criaturas no corrían esta suerte.

Todo lo antes citado, provocaría que la industrial pasaba a ser nuestra abuela Carmen Fernández Fernández; arduo trabajo para una mujer sóla y con seis hijos, aunque los mayores ya tiraban bien del carro.



Y como los años anteriores habían sido de trabajos en "La Popular" y los inicios en un pequeño espacio en la "Fábrica de Harinas", ya se hacía necesario -aunque también obligatorio- legalizar el negocio.
Se trataba de instalar en la casa de Avenida Cristóbal Colón 147 (Las Colonias) un horno y otros elementos, ya que las masas tenían que traerlas hechas del horno de Martín Cambra (Huerto de Tito). El inspector sacaría conclusiones para dictaminar que el negocio era de 13 de junio de 1939, con lo que no cumpliría la norma de Nuevas Industrias de 1938.

 

Dicho lo anterior, se insiste en solicitar esta licencia como industria confitera. Y podemos observar como surge un primer balance e inventario del negocio el 7 de abril de 1942, que resumía todo lo que se estaba haciendo y las posibilidades que como empresa se tenía.

 

En realidad, el problema era el abastecimiento de harina y azúcar, especialmente. Ello dependía directamente del racionamiento que se hacía desde el Gobierno Civil, que suponía incluso la instalación de pequeñas aduanas incluso en las estaciones interiores de tren y autobuses, llamadas "fielatos" o "consumos", para controlar los jamones, carnes y costillas de la Sierra, entre otros. Todo ello obligaría a la abuela a pedir favores y colaboración para tener materia prima, tan restringida entonces, y sólo suministrada a industrias, de lo que hablaré en el siguiente capítulo.

Sobre este asunto me cuenta mi padre:

Que una vez, pasadas estas inspecciones, llegaron unos latones de manteca al obrador, que venían de una tienda de la Calle de las monjas, propiedad de Antonio Vázquez (una gran tienda, igual de buena como la de "Los Ángeles" en la Calle Concepción) y allí encontraron al abrirlo dentro de las mismas, sus hermanos mayores, para su gran sorpresa, ristras de chorizos y carnes de la Sierra que alguno habría intentado pasar de "extranjis". Imaginaos cómo se pusieron sin esperar nada de esto.
Años más tarde, mamá Carmen compraría a este Sr. Antonio Vázquez el piso de la Calle Gravina, costándole un total de 1.000.050 pesetas.

Al final, intervino el Sindicato de la Alimentación (Falange de la JONS) y reconoció actividad desde 1937, con lo cuál facilitó un documento que lo justificara, aunque todos los paisanos ya conocían los pestiños, empanadillas y mantecados de la abuela Carmen. No me extrañaría que tuviera algún amigo allí la familia, pero que tampoco se hubiera quedado sin buenas bandejas del dulce producto.


Y por fin, ya se solicitaban los requerimientos del negocio como industria reconocida.

Mientras que el abuelo Manuel estuvo en la cárcel, nacieron al menos tres de los Alvarado Fernández, gracias a bis a bis que se permitía. Éstos fueron los titos Enrique, Ángel y Pepín; al menos, y que yo sepa. Bien, pues durante toda estas gestiones, que eran un verdadero "entripao", me consta que estuvo embarazada la abuela de mi padre, Ángel. A lo mejor por esto se le ha dado siempre bien, el asunto de papeleos.

Toda la documentación incluida en esta entrada, la he obtenido en el Archivo Provincial Histórico de Huelva, del que estoy obligado a hacer cita, como ahora estoy efectuando. Vaya para este servicio de la Junta de Andalucía, mi agradecimiento también.







jueves, 4 de junio de 2015

Entre solsticios anda la cosa...de San Juan a San Esteban

Voy a mostrar diversas estampas históricas de nuestra familia, o más bien, de una parte de ella. Tengo muchísimas ganas de subir o que subáis y abráis nuevas entradas, con fotos de reuniones familiares. En esta ocasión, algunos detalles de cumpleaños, capeas y tardes de café (de las madres, claro está).

            

Aquí los cuatro jinetes del chupocalipsis, sobre típico sillón de escay (creo que verde oscuro). Sería marzo de 1971. Están Pepe, Manolo, Manuel Ángel y yo.

Como continuación a la foto subida al facebook (Territorio Alvarado), tenemos el momento se sople de velas y típica mancha de merengue confitero alvaradiano. Aquí falta Juan Carlos....¿dónde se habrá metido?. Yo, haciendo de buen ahijado de la tita Nora, y mientras Conchi, llorando sobre tita Paca.

                                                             
Y uno puede preguntarse....¿de dónde nos viene la aficción del cante?: pues la llevamos en las venas. Ahora como campanilleros, pero con la secularización, Manolito y Pepe al carnaval (véase el do de pecho del primero y Juan Carlos haciendo playback), y mi hermano y yo cantando en la Iglesia. El resto de la familia, unos rocieros, otros carnavaleros y del resto....por lo menos en la ducha cantarán -digo yo-.

Mientras mi hermano se relamía del anís, Pepe sufría los primeros efectos...todos al lado del Portal de Belén lleno de romero y adorando al Niño. Detrás mía la antigua tele en blanco y negro. Era una gozada, aunque ahora parezca del "Cuéntame".
                                                                 

Y cómo no, sobre el solsticio, las capeas de San Juan del Puerto. Experiencia inolvidable de sustos, griterío y gente corriendo, que la verdad, poco entendíamos entonces, pero como mínimo jugábamos con los palitroques.



martes, 5 de mayo de 2015

Cuando calienta el sol....en el camping Catapúm


En los años 70, los Alvarado se aficionaron al camping. Y mientras en el lustro que va de 1970 a 1975, sonaban las canciones de Los Diablos, Peret, Fórmula V, Camilo Sesto o Manolo Escobar - por poner algún ejemplo-, nos deleitaban esos maravillosos veranos con canciones inolvidables como: Un rayo de sol, Borriquito, Vacaciones de Verano, Eva María, ¡y viva España!, la fiesta del Blas, etc.  Son recuerdos musicales que nos pueden traer esos tiempos, a unos, como niños en su primera infancia y a otros, en la juventud y en la flor de la vida familiar.


Luego irían llegando otros como Richar Cocciante, Albert Hammond, Sandro Giacobbe, The Manhattan Transfer, Miguel Bosé, Boney M, y un largo etc., transformando totalmente la música, introduciendo la discoteca como lugar de esparcimiento juvenil y del descubrimiento de otras realidades, dada la influencia exterior. Así, conocíamos en el camping a muchísimos extranjeros, algunos que eran vecinos de tienda: alemanes, holandeses, ingleses… y era el inicio de la experiencia de intercambio cultural: un reloj por aquí, una radio por allá, tomar el sol sin ropa…a cambio del gazpacho, los arreglillos baratos y la amistad española del cante y de la diversión en familia, cosa totalmente extraña para los muchos extranjeros que venían a Huelva.



Los pinares, la canoa para pasar a la otra banda, la playa con los primos, las cenas de la pesca y marisqueo que hacíamos, etc. Recuerdo el salto con el remo de mis primos mayores, el cierre de tiendas por la tarde a la hora de los mosquitos, el fumigador. Hasta se perdió mi hermano en la playa el día de su cumpleaños, y los primos fueron corriendo hasta encontrarlo. Cuántas alegrías y cuántos sustos: niños que se perdían y no volvían a verse, la piscina de la cabaña y la discoteca nocturna, las noches, el calor de la tienda a lo largo del día…. Y tantísimas cosas de las que tengo un tenue recuerdo y que ojalá podáis aportar algún comentario.


Y también muchos niños venían al mundo y respiraban durante unos meses el aire de los pinos, recibían el salitre y el sol para alimentar sus pieles y crecer en un ambiente tan sano y tan alegre como el camping. Aquí tenéis a la prima Merchi (creo que embarazada del segundo y el mayor de la mano). Y al lado, algún primo o vecino de tienda más.